Vida
de teatro

Música
del alma
-¿Cómo
te iniciaste en la actuación?
ML-
Mi historia en el escenario es de larga data y en un principio no tenía que ver
con la actuación, sino con la música. A mí me gustó cantar desde muy chico,
pero por usar mal la voz tuve problemas en las cuerdas vocales hasta que pude
hacer foniatría y recuperarme. Y como no quería dejar de pisar un escenario me acerqué
al teatro, sin tener idea, ni referencias. Tampoco tenía antecedentes
familiares de alguien cercano a la actuación.
-¿Se
escuchaba música en tu casa?
ML-
Si. Nosotros éramos una familia muy humilde, pero con mucho esfuerzo mis padres
pudieron comprar un tocadiscos -un Winco chiquito- en el que se escuchaba la
música que le gustaba a ellos: el tango, el folklore –Los Fronterizos, Los
Chalchaleros- y yo enseguida me entusiasme con el canto. En la escuela primaria
ya tenía un registro vocal muy potente, entonces en los actos las señoritas me
ponían a cantar.
-Y
también cantabas fuera de la escuela imagino…
ML- Claro. Tengo el recuerdo de cantar en mi
casa con un palo de escoba, que lo ponía en un hueco en la tierra, e imaginaba
un micrófono. Y de juntar monedas –porque mis padres no me podían dar dinero- para
comprar revistas con las letras de las canciones de la época. Te estoy hablando
de los años 60, los cantantes de música en libertad: Jhonny Tedesco, Chico
Novarro; Nicky Jones, Palito Ortega. Me devoraba esas revistas, las cuidaba
como un tesoro, me aprendía las canciones de memoria y cantaba. Cantaba en el
patio de mi casa, y cuando mi mamá me pedía algún mandado y salía, por ahí los vecinos
me decían que les cantara algo. Siempre me gustó la música.
-¿Y
en qué momento te subiste a un escenario
por primera vez?
ML-
Yo soy de Campana. En esa época no era tan común que en las casas hubiera un
televisor, así que las formas de entretenimiento eran los teatros, las ferias
de la alegría, donde había concursos, magos, orquestas en vivo… se llenaba de
gente. Yo empecé a participar en los concursos de canto, y como ganaba seguido no me dejaron participar
más (risas). Pero en cambio me propusieron ser cantante estable de ese
espectáculo que se hacía todos los domingos… yo era un chico.
-¿Y
seguiste con la música?
ML-
Sí. A los 12 o 13 años me junte con unos chicos un poco mayores que yo y
formamos una banda, que empezó a actuar en los clubes casi todos los fines de
semana: hacíamos baladas, rock, canciones de Los Gatos, de los Iracundos. Y
además ganábamos alguna moneda, cosa que nunca venía mal. Así fue hasta los 17
o 18 años, cuando tuve que dejar de cantar, algo que sufrí mucho porque cantar
era mi pasión.
Tablas
ML-
En esa época las cosas eran distintas que ahora. No existían talleres ni
lugares donde uno pudiera formarse: la única manera era pisando un escenario y
tratando de interpretar lo que quería el director. Había que encarar el
personaje con la mayor osadía posible y salir al ruedo. Así fueron las cosas no
solo para mí, sino para todos los que comenzamos a actuar en ese entonces y
para los que ya venían haciendo su camino.
-¿En
qué año debutaste?
ML-
Yo debuté en el año 75 en una obra llamada Los prójimos, de Carlos Gorostiza, después
de peregrinar durante mucho tiempo –más de un año- con el grupo de teatro TIN
(Teatro Independiente Nosotros) que dirigía Eugenia Orlegui. Visitaba los
ensayos, veía obras de la época
-recuerdo que me impresionó mucho una llamada El lugar (también de Gorostiza)
en la que actuaba Negrita Galván, el Negro Alba, Miguel López entre otros- hasta
que un día la directora me ofreció la oportunidad de actuar y así empecé.
-¿Si
tuvieras que elegir una obra en la que actuaste cual sería?
ML-
Creo que todas fueron importantes para mí, por eso sería injusto calificar a
una por encima de otra. La gran mayoría fueron producciones independientes -como
lo encaramos acá- y en otras ocasiones accedí a través de castings, como cuando
actué en el Teatro nacional Cervantes, que es oficial. A veces eso tiene otro
sabor, porque generalmente hay mucha gente que quiere esos papeles y si bien
siempre la mirada de quien elige es subjetiva, uno compite y si gana es un
privilegio.
-¿Nos
podes contar de alguna de esas obras a las que llegaste por casting?
ML-
Las que más recuerdo son He visto a Dios
(2009) y Cien veces no debo (2015), ambas
del Cervantes. En He visto a Dios me
toco hacer el protagónico –que es muy fuerte, todo gira alrededor de ese
personaje- y se presentaron más de 100 actores de toda la provincia para 6
lugares. Obtener ese papel me significó mucho orgullo… uno evalúa su carrera
desde otro lugar. Más acá hice Amor de
memoria y tuve que investigar la patología del personaje, que tenía síndrome
de Korzakoff (es una afección que produce trastornos mentales, afecta la
memoria y el aprendizaje, pero involucra también otras funciones cognitivas):
fue un reto muy interesante llevarlo adelante y sostenerlo todo el tiempo que
duraba la pieza. Ahora el Grupo La llave
está subiendo a Youtube varias obras para que la gente acceda más fácilmente, y
yo estoy viéndome en trabajos que ya no recordaba tanto, como Filomena Marturano, El enganche –con la
que hicimos mucha gira-; El gran deschave
o Juana Azurduy, que la pudimos llevar por muchas escuelas de la provincia.
-¿Te
planteas objetivos con cada papel?
ML-Sí.
Uno de mis propósitos es no repetirme, tratar de caracterizar cada personaje
para que se diferencie de los demás.
-¿Como
ves tú trayectoria?
ML-
Estoy muy feliz de todo lo que he podido hacer. Todo me ha sumado para seguir
avanzando y no bajarme nunca de este tren tan hermoso que es la actuación, y lo
que he conseguido fue con trabajo, con la necesidad de observar, de aprender.
He actuado en teatro principalmente, pero también en televisión, cine y radio:
era un objetivo a lograr experimentar en otros lenguajes que son muy distintos
entre sí.
Gustos
-¿Qué
actores te conmueven?
ML-A
nivel nacional el gran actor sin discusión fue Alfredo Alcón, es el que más me
ha llegado. Y entre los extranjeros me gusta mucho Al Pacino, me moviliza por
su forma sanguínea, casi latina de construir sus personajes.
-Y
películas preferidas?
ML-Para
mí Cinema Paradiso y La vida es bella son dos obras maestras,
no solo por su forma narrativa desde lo cinematográfico, sino también por la
forma en que el guionista y el director han adaptado esas historias al
celuloide. Cinema es maravillosa, fantástica y casi teatral, mientras que La
vida es bella es un canto al amor dentro del horror de la guerra. Nunca dejo de
verlas cada vez que puedo.
-¿Tenés
algún libro que te haya marcado?
ML-
Si bien lo leí hace mucho tiempo, uno de los libros que más me impactó es El viejo y el mar de Hemingway, por el
mensaje que deja. Es una obra maestra de la literatura que reúne varios temas trascendentales
como lo son la soledad, la muerte, y también habla de cómo la sociedad mira de costado a los viejos y los trata como
desechos. Esa novela hace hincapié en la sabiduría que te dan los años, en la
lucha por la supervivencia y por demostrar que uno todavía vale.
Para ver:
- El Enganche de Julio Mauricio - Grupo de Teatro La Llave
- Filomena Marturano - de Eduardo De Filippo - Grupo de Teatro La Llave
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