miércoles, 28 de noviembre de 2018

Vacas de Belén Sigot


La canción de nosotros

Por Javi Kolker

Hay algo de aterrador en ese pequeño pueblo donde transcurre Vacas. Algo de tormenta a punto de desatarse, de bomba a punto de explotar si se corta el cable equivocado.     Pronunciamiento es el lugar geográfico elegido por Belén Sigot (y uno se pregunta si podría haber escogido otro lugar, si estuvo entre sus opciones algún otro sitio); y es además su terruño, el lugar donde nació y vivió gran parte de su vida.
La Pronunciamiento de Sigot nos lleva a pensar en la Colonia Vela de Osvaldo Soriano. Ambos son pueblos ficticios, aunque en este caso su nombre ancle en la realidad y los apellidos de la gente suenen a colonia suiza francesa, así como los modos y el lenguaje a los pueblos de la zona. De cualquier modo, lo que cautiva en Vacas está en los detalles, en los pequeños gestos que van armando un entramado del que es difícil desenredarse.
Vacas plantea una historia chiquita pero no por eso menos potente. Un día llega al pueblo Noordember, un hombre alto y pintón, con una esposa misteriosa y dos hijas rubias y de ojos claros. Hasta ahí todo marcha de maravillas. El tipo se construye una casa  hermosa (y en tiempo record) a las afueras del pueblo y de algún modo se integra a la comunidad. Es amable, respetuoso y educado. Pero ya se sabe que en pueblo chico, infierno grande y de un momento a otro Noordember (casi sin que nos demos cuenta)  se convierte en el encargado de subvertir el orden de las cosas. Y como siempre sucede en los lugares pequeños (conservadores a ultranza en su pensar y proceder), la responsabilidad de lo malo acaecido  será de un extraño, un forastero que vino a producir el desmadre.
Mucho se ha hablado del lenguaje al reseñar esta nouvelle y no es  casualidad. Está claro desde un principio que la autora conoce muy bien la forma de hablar de los lugareños, pero quedarse con eso sería quedarse cortos. Vacas va más allá. Vacas es Pronunciamiento o cualquier otro pueblo rural de Entre Ríos, más precisamente de la costa del río Uruguay. Y lo es en el reflejo de sus costumbres, sus miserias, su cotidianeidad. La forma de narrar de Belén mete al lector en ese pueblo inventado, lo lleva hasta ahí mismo, lo hace reír e indignarse; lo hace respetar a los personajes u odiarlos. Hay poco espacio para la ternura como sucede casi siempre en estos parajes. La gente es dura, practica, y cuando no lo es simula serlo. No hay espacio ni estímulos para detenerse a pensar, ni para disfrutar, ni para cuestionar las instituciones.
Uno de los momentos entrañables de Vacas es cuando se habla del Juancho Carbonell, escribano que vivió en Concepción del Uruguay, y que se encargo de escriturar los terrenos de Pronunciamiento entre otras tantas cosas. “El Juancho Carbonell es otro cantar, es un señor como no hay y si que se hizo querer en el pueblo…” -dice el/la narrador/a-, y ese respeto era aún mas valioso porque todo el mundo sabía que el Juancho era comunista. En mi propia casa supe escuchar de boca de mis padres que votarían a Carbonell -aún siendo ellos de extracción radical- por su innegable don de gentes.  Hasta aquí lo que se puede contar de la historia. Lo de los platos voladores y las vacas mutiladas termina de darle color y sabor a la cosa.
Vacas no tiene una sola oración mal construida. En ningún momento es inarmónica, ni hay una palabra de relleno y todo en el relato tiene un sentido y una simetría. Vacas es una belleza con todas las letras, que te atrapa y no te suelta nunca y confirma además que la buena literatura siempre encuentra un resquicio para brillar entre tanta oscuridad.

Vacas obtuvo el Primer premio en el Concurso Regional de Nouvelle EMR (Editorial municipal de Rosario) con un jurado integrado por Vera Giaconi, Alan Pauls y Luis Sagasti. Belén Sigot ganó también el Premio Itaú de Cuento digital  (2014) con su cuento La franela amarilla. 


miércoles, 21 de noviembre de 2018

Fugaz melodía - Fernando Cabrera


Por Javi Kolker

Confieso que ayer estuve todo el día tarareando las canciones de Fernando Cabrera. Me levanté cantando “al mismo tiempo que me pone una cadena, ahuyenta miedos que trancan mi libertad” y de ahí pasé a poner su música sin escalas. Primero 432, último trabajo discográfico que había escuchado muy brevemente; después Viva la patria (ironía tan típica y sutil como solo él sabe desplegar), un disco que amo profundamente solo por tener entre sus canciones a Canelones y Buena madera y después, ya durante la tarde,  sus melodías  y su aura siguieron merodeándome como un fantasmita bueno que no se quiere ir. Es que Cabrera te moviliza. El tipo genera cosas buenas y las pone a disposición de todo aquel  que esté atento y con los oídos abiertos.
La noche anterior el cantautor uruguayo se presentó en el Auditorio Scelzi- de Concepción del Uruguay- solo con su guitarra eléctrica y sus canciones imbatibles, para mostrar una propuesta a la que ya nos tiene acostumbrados aunque nunca lo hayamos visto en vivo. Es que el tipo habla poco, pero dice mucho,  y devela una sensibilidad extrema que queda flotando en el aire por largo rato.
Con una sala a medio llenar Cabrera se metió al público en el bolsillo rápidamente. Al mismo tiempo, una de sus viejas canciones,  abrió el juego; después vinieron La casa de al lado; Agua; las nuevas Medianoche (con una introducción en la que contó que está dedicada a un caballo); la bella El trío Martin (“los niños y los yuyos crecían sueltos”) y Alarma (“Alarma la inseguridad, todos morimos de miedo”, de fabulosa interpretación), para volver a sumergirse y sumergirnos en las clásicas Viveza (con su cajita de fósforos como único acompañamiento); La garra del corazón  e Imposibles.
Una extraña intimidad es la que se da cuando se ve y se escucha a Cabrera. El tipo habla pausado y bajito, pero uno nunca deja de oírlo. No vuela una mosca en la sala, ni hay lugar para voces altisonantes. Algunos susurramos sus canciones, o parte de las letras, pero siempre con el mayor de los respetos, siempre con la atención puesta en él. En sus conciertos uno tiene la sensación de que un amigo –en este caso Cabrera- llega a tu casa una noche cualquiera y te dice “hacete unos mates y si querés te muestro una canción que recién terminé” y ahí se pone a tocar y cantar mientras vos esperas que se caliente el agua.

Para el final quedan Te abrace en la noche; Dulzura distante, Buena madera (“ahora te mudaste a la Unión /atrás de esa joyera loca /te siguieron niñas las herramientas / tras la ilusión que el amor provoca) y Oración.  Cabrera es –sin duda alguna- un artista imprescindible que siempre se desmarca de los cliches y los lugares comunes para dotar a sus shows de una sensación de riesgo que es muy bienvenida en estos tiempos de Berissos y demás berretadas. Por ejemplo y Puerta de los dos ofician de bises para cerrar una noche de imposible belleza que nos devuelve al mundo lleno de esperanzas y nuevos bríos.

Buena madera; Viva la patria; Fernando Cabrera

jueves, 15 de noviembre de 2018

Un salpicón que viene criticando

Un salpicón que viene criticando. Murga y decir
Por Hugo Luna

Desde hace algunos años comenzamos a seguir la murga Manso Guachazo. La misma tiene ya ocho espectáculos puestos en escena en magnífica continuidad. Dentro de sus integrantes supo contar con el querido González Cardozo, el uruguayo entrerriano que muchos seguimos llevando en el corazón. Ariel, como hombre de los medios, siempre estuvo del lado de la gente y siempre dio espacio para la difusión de la cultura, aunque sus programas no fueran específicamente culturales. Por qué digo esto? Pues porque en estos tiempos de gran mezquindad se extrañan más estos tipos.
Javier Kolker es otra persona generosa. Lo es porque abre su trabajo a todos aquellos que quieran estar, sumarse en post de su gran amor: la murga.
El espectáculo de noviembre de 2018 fue presentado justamente, por casualidad o causalidad, el día de un cumpleaños de Ariel González Cardozo. Es un dato. Ariel no hubiera reseñado este “Adictos” (que así se llama el espectáculo) por ser parte y por su humildad, pero seguro me hubiera corregido-aportado de puro murguero y periodista, lo que yo intento.
“Adictos” arranca ya desde los trajes dando cuenta de un crecimiento que se renueva y se potencia cada año. El diseño, el colorido, el movimiento que tienen en sí mismos parece insuflarle a quien lo porta una cuota extra de alegría.
La puesta tiene el esquema de la puesta de una murga. De una murga uruguaya: presentación, salpicón, cuplé y retirada. De una murga que se permite el juego. Es ese el modelo que sigue Manso Guachazo al igual que otras de esta ciudad y de la provincia, acaso como resultado de aquellos encuentros que se realizaron en Concordia desde –si mal no recuerdo- el año 2004 y por 7 años consecutivos bajo el nombre de Encuentro Internacional de Murgas y que dejara marca indeleble.
“La murga tiene una estructura que es la siguiente: Presentación, salpicón (que es de actualidad y que puede estar o no..nosotros hicimos este año y el anterior también). Después vienen los cuplés, que incluyen mas humor y parte actuada y que pueden ser 3 o 4 (aunque en realidad los limites los pone cada uno) Hay una canción final y luego la retirada. Esa es la estructura básica de un espectáculo de murga desde lo formal....nosotros respetamos bastante eso, pero más que nada para darle un orden al show. Después como toda estructura uno la puede romper.....cambiar…”

Lo que me importa decir aquí es que Manso Guachazo es una murga atípica. Una murga con gran personalidad en lo que atañe a su estilo, su estética discursiva, poética. (No lo digo solo yo, lo han dicho jurados de concursos por caso en la vecina Banda Oriental). Una murga que nos “habla bajito” casi como si cantara para ella. Y aquí está lo significativo y distintivo de su apuesta ya que si algo está claro en su búsqueda, en su preocupación y sensibilidad, es que justamente no canta para ella, canta para la gente. Lo que en otro momento histórico a nadie se le hubiera ocurrido llamar de otra manera que no fuera pueblo está presente como un guachazo, manso, pero guachazo al fin y en todo su recorrido.
En algún momento Javier Kolker ha expresado su interés en lo poético de la retirada. “yo escribo tratando de meter humor desde la presentación. En la canción final y retirada ya no busco eso....sino tratar de apelar mas a la poesía y a la parte emotiva”. Casi que ni falta hace que lo diga puesto que aquellos que lo seguimos sabemos que para el final nos espera el sacudón que nos equilibrará de tanta risa y nos hará pensar. Un pensamiento en tanto emoción, es verdad y si no dígame usted.


Retirada – Manso Guachazo 2018
(La última prosa -  Lisandro Aristimuño)

Quisiera ofrecerte mi sueño
Contártelo en una canción
De lágrimas, risas y abrazos
Y flores en el corazón

El tiempo se ha detenido
El cielo no tiene color
El aire dibuja sonidos
La buena noticia sos vos 

Y llegarás trayendo esperanzas/ como una mañana
Compartirás secretos del alma/ la luz de la calma
Y llegarás con una sonrisa/ envuelta en la brisa
Y tu mirada será una caricia/ la mejor noticia/ para mí

(Soy sola - Ana Prada)

La murga sigue su viaje/ entre parajes de libertad
Van despertando los sentimientos
Se van llenando de claridad

Viajando de madrugada/ todo un camino a recorrer
Canta la noche su retirada
Va despuntando el amanecer

(Te quería decir -  Jaime Ross)

La luna enamorada/ de las estrellas y el sol
Ilusión de otro tablado/ alumbra una nueva canción
La belleza de tu risa/ la emoción en el sentir
Solo eso necesito/ te quería decir

(Pongamos que hablo… - Jorge Drexler)

Se va la murga en la noche iluminada
Y la nostalgia florece en cada esquina
Se va la murga locamente enamorada
Se va el Guachazo entre risas y alegría

Y los amores que siempre te acompañan
Y las tristezas van quedando en el camino
Hoy el bullicio se confunde con la calma
Con el recuerdo y el abrazo del amigo

El alma llena y el corazón contento
La emoción al entonar la retirada
Y las palabras que se pierden en el viento
Las gargantas ya cansadas

Se va la murga entre sueños y esperanzas
Es una historia sin principio ni final
Se va el Guachazo abrazada con la gente
Hasta un nuevo carnaval

El texto encomillado textual de una charla de Javier Kolker con el autor de esta nota.


viernes, 9 de noviembre de 2018

Constant concept

CONSTANT CONCEPT

La primera vez que escuché la música de Charly García tenía 14 años. Recuerdo que en un campamento de invierno una chica cantaba “dame un poquito de amor, no quiero un toco” como si se tratara de algo gracioso y yo no tenía ni idea de que estaba hablando. Poco después llegó a mis casi adolescentes oídos el estribillo aquel de “No voy en tren, voy en avión, no necesito a nadie a nadie alrededor” que se me pego como se pega un hit. Repetir y repetir cantando ese verso hasta el hartazgo. Y entonces, providencialmente,  mis padres tuvieron que viajar a Buenos Aires (algo que no era para nada habitual) y les pedí que me trajeran ese disco: “El último de Charly García por favor”, que resulto ser Parte de la religión.
Corría el año 1987 y los discos todavía no llegaban a Concepción con la rapidez que mi ansiedad pedía. Hasta ese momento mi relación con la música venía por el lado de mi madre, que cantaba folklore mientras cocinaba; por el coro de la escuela al que nunca me llamaron, (una espina clavada que posiblemente me haya hecho odiar a los coros para siempre) y desde los 12 años por las canciones que había aprendido a tocar en la guitarra (con el Lali Bonfantino), casi siempre folklore (zambas, chamamés) y algunas canciones de Piero y de Serrat, del que una de mis hermanas mayores era fan.
De rock nacional nada de nada. Ese disco de Charly fue entonces la apertura a un montón de puertas  y músicas y sonidos. Creo que lo escuche 3 o 4 veces por día durante meses y descubrí que Parte de la religión no era solo el hit No voy en tren. Me gustaban todas las canciones, pero sobretodo Buscando un símbolo de paz; Rap de las hormigas (la palabra rap era por esa época algo absolutamente desconocido por estos lares), Necesito tu amor, Adela en el carrousel  y una larga cadena de etcéteras.
Lentamente, en una época donde no era sencillo conseguir los discos (en realidad eran cassettes) , fui encontrando material viejo de García (que era completamente nuevo para mí) como las canciones de Sui generis, el vivo de Serú Girán que abría con No llores por mí Argentina; siempre grabando cassettes en casas de amigos que tenían su música y eso además me llevo a conocer otros artistas como Fito Páez; el flaco Spinetta, y las bandas más modernas que se habían hecho populares con el retorno de la democracia pocos años atrás.
Creo que los primeros discos solistas de García marcan un hito insuperable con sus enormes canciones, el impecable sonido, y un swing y concepto de altísima calidad. Probablemente nadie se atrevería a discutir Yendo de la cama al living (1982); Clics modernos (1983); Piano bar (1984); Parte de la religión (1987); Como conseguir chicas (1989) (la joya oculta) o Filosofía barata y zapatos de goma  (1990). Después los escándalos y su fama de transgresor empezaron a ocupar cada vez más espacio en los tabloides  y vinieron algunos trabajos como La hija de la lágrima (1994); la etapa que el bautizó de maravillización Say no more con discos desparejos, algunos buenos momentos artísticos como su Unplugged de MTV (1995);  Influencia (2002) y poco más para destacar.
García estuvo a punto de morirse más de una vez, fue internado por su propia familia en clínicas de desintoxicación (y escribió de eso). Sus bandas nunca recuperaron el sonido que tenía en los 80, años en los que armaba sus equipos con grandes músicos como el fallecido Negro García López; Hilda Lizarazu, etc.
Casi olvido decir que también tuvo tiempo e inspiración para grabar dos preciosos discos con Pedro Aznar: Tango (1986) y Tango IV (1991), este último con grandes participaciones de Sandro, Jorge Luz y Alfredo Alcón. Ni Aznar, ni Lebón, ni ninguno de los grandes músicos que lo acompañaron, llegaron nunca a brillar tanto como lo hicieron a su lado. 
En el año 2017 se editó Random, un disco con 10 canciones totalmente nuevas que demuestran que García no se da por vencido ni aún vencido. La máquina de ser feliz es un hit con una melodía típicamente Charly, de estribillo adhesivo para agitar encendedores (en otra época, no?) y la ironía final de “la máquina de ser feliz, la tiene el Papa, la tengo yo”. Ella es tan Kubrick es un rockito que alude a films de Stanley (Lolita; Resplandor; Full metal Jacket) y te dan ganas de bailar instantáneamente. Primavera me parece una de las mejores canciones de Random, “y seremos hoy más jóvenes que ayer, es que el sol nos va a invitar a renacer” reza García sobre una melodía bellísima.
Sigue Rivalidad otra hermosa canción (que remite  a Locomotion) en la que el bigote bicolor reivindica su postura ante la vida “pero nunca van a conseguir cambiarme baby”. Otro no aporta demasiado más allá de la queja sobre  los psicoanalistas, pero en Lluvia vuelve el mejor García: “ya ves amantes otra vez, por eso es que hoy llovió” canta sobre una línea melódica de innegable lindura. Believe es un rock en inglés para mover la patita y revolear la cabeza  y después llega una canción teñida de la veta humorística de nuestro héroe: Amigos de Dios, en clara referencia a los pastores brasileros de la tele medianochera, es un ejercicio de protesta y risa. Spector es una preciosidad que homenajea a Phil, el productor que creó ´la pared de sonido´ (Wall of sound) y el cierre llega con Mundo B, de temática heavy y cierre en english beatlesco: I want a hold your hand… She loves you yeah.
Random es un muy buen disco, sobre todo si pensamos que ya nada se esperaba de Charly García.  Pero aquí lo tenemos, renaciendo como el ave fénix una vez más, subido a sus grandes canciones. Ante la desmesura y la calidad de la obra pasada, es posible que ninguna de estas composiciones  esté en un tracklist de tus preferidos. Pero eso no le quita valor a Random. Al contrario, en una época donde la calidad artística decae cada vez más, este disco es un soplo de aire fresco y esperanza.


Para los interesados aca va el link de Random, Charly García

jueves, 8 de noviembre de 2018

Random

RANDOM

En los primeros meses del 98 las vueltas de la vida me llevaron a vivir a Villa Elisa. Recuerdo como hoy que en el kiosco de la estación de ómnibus vi por primera vez el primer número de la Rolling Stone, con Charly García (que no es el de la guía) en tapa. A partir de ese momento y durante casi 20 años compré esa revista y la guarde como un coleccionista, traslade las pilas gigantes en cada mudanza como si fuera un archivo de gran valía.
Hace algunos años decidí, finalmente, que esa revista cada vez me importaba menos, que no me identificaba con ella, que nunca la leía completa…Todo lo que el rock tenía de importante para mí se había perdido, tal vez  no la música, sino mas bien toda la maquinaria comercial que lo conformaba había terminado por agotarme.
Está claro que mi divorcio de la Rolling Stones resulta algo meramente simbólico. Es solamente un modo de rechazo al vaciamiento cultural de la época que se origina en los grandes medios principalmente, pero que termina afectando a todo lo que los rodea. Y ahí estamos nosotros. Por lo tanto, la idea de estas publicaciones será la de eludir esas estructuras y aportar una mirada desde lo personal.
Pensé en hacerlo comentando libros, música, series, películas, y también charlando con los involucrados en el hecho artístico cuando esto sea posible. Pensé en ponerle un nombre que lo identifique para darle periodicidad y que no solo sean arrestos individuales  de acuerdo a las ganas o no de escribir. Funciono bajo presión aunque esa presión me la ponga yo mismo.
RANDOM es el nombre elegido para este blog, esta especie de suplemento (que en realidad no suplementa nada, porque para eso debería haber un cuerpo principal de un diario, que en este caso será imaginario). Aquí tratare de continuar –y mejorar- el camino que comencé a transitar en el Suplemento Tal vez (escrito y producido junto a Martín Ballay en el ya desaparecido Diario La Voz) en el año 2000 y casi al mismo tiempo en el Semanario El Miércoles, con la sección llamada Pan y circo, ambos medios de Concepción del Uruguay; Entre Ríos; Argentina.
Ojalá les interese el espacio. Creo que hoy son muy necesarios los sitios de expresión (no solamente este, claro) que intenten llevar el arte y la cultura al lugar que se merecen. Abrazos y gracias desde ya!
Javi K