martes, 26 de mayo de 2020

David Simon, guionista de The wire



Elogio de la lentitud

por Javi Kolker

Así como cuando uno se pone a picar cebolla, morrón, ajo, los rehoga, le suma algo de carne, salsa y antes de que nos demos cuenta el guiso está listo,  - y si hay tiempo para que repose un rato, los aromas y sabores serán más intensos - así mismo se cuecen las series que escribe y produce David Simon, guionista estrella de HBO y creador de varios de los mejores programas de TV de todos los tiempos: a fuego lento, lejos de toda explosión y vértigo, madurando despacio para dejar caer todo su peso de un momento a otro.
Aquí les cuento algo de su trayectoria y de cada una de sus producciones las cuales recomiendo fervientemente.

El hacedor

De Simon se sabe que tiene 60 años, que se recibió de periodista y luego trabajo durante 13 años (entre 1982 y 1995) en un diario de Baltimore , ciudad  donde transcurren las cinco temporadas de The wire (Bajo escucha en España).Tras un largo tiempo en la sección policiales y decepcionado por el periodismo,  se retiró a escribir una novela. Su primer libro fue la base de la serie de la NBC, Homicide: Life on the Street, en la que  intervino como guionista y productor. Su segundo libro fue adaptado para la televisión por el propio Simon en la mini serie The Corner de la HBO. ​
“Uno de los aspectos tristes del periodismo contemporáneo es que realmente importa poco. El mundo actual es casi inmune al poder del periodismo. El buen periodismo era capaz de indignar a la gente. Y la gente cada vez es menos propensa a indignarse” decía en una entrevista (Reason 2004)

The wire

The wire se emitió entre 2002 y 2008 (5 temporadas; 60 capítulos) y trata principalmente del tráfico de drogas en Baltimore y las intervenciones telefónicas que hace un grupo policial para intentar desbaratarlo.
Estamos en un mundo en el que no existen  los avances tecnológicos de hoy, por lo que el trabajo es artesanal y de inteligencia. Lo que atrapa de la serie es la empatía que nos generan  los personajes,  los rasgos profundamente humanos que nos muestran  -virtudes y miserias- y el grado de verosimilitud con el que están construidos. Un gesto, una señal, la sensación de que lo que les pasa a ellos puede suceder en la vida de cualquiera de nosotros   (las charlas sin sentido que se dan entre los policías que hacen guardia, las borracheras, los chistes internos, los pequeños y grandes actos de corrupción, etc.) hace que The wire cobre vida cada vez que la miramos.
Uno de las cosas que amo de la serie es el comienzo de cada capítulo. Hay una introducción; después viene la presentación con Way down in the hole -el temazo de Tom Waits, versionado por diferentes artistas en cada temporada-; la pantalla funde a negro y se puede leer una frase destacada; frase que será mencionada por un personaje durante el capítulo y le dará sentido y contexto.
The wire se enfoca cada temporada en un tema diferente, pero los personajes principales siguen estando presentes de uno u otro modo. La primera se centra en la lucha entre la policía y los traficantes; la segunda está situada en el puerto, con el trasfondo del contrabando y sus temas sindicales; la tercera se mete con los políticos y sus luchas de poder; la cuarta con la educación y la quinta con la prensa. Imperdible desde  todos los ángulos que se la quiera mirar.
En la serie no hay un protagonista definido, aunque Jimmy  Mc Nulty (Dominic West), es el candidato cantado si hubiera que nombrar a uno: un policía carismático, talentoso, cuya vida personal es un desastre y a quien se ama instantáneamente.

Treme

Treme (2010-2013, 4 temporadas; 36 capítulos) es el nombre de un barrio de New Orleans lleno de bohemia, música y restaurantes, y además el de esta preciosa serie. Situada temporalmente pocos meses después  de la catástrofe  producida por el Huracán Katrina en 2005. Treme nos muestra cómo los habitantes de la zona tratan de salir adelante y  reconstruir su lugar y sus vidas en medio de los escombros que dejó la inundación. Por supuesto están los personajes que siempre construye Simon: un músico DJ de ideas delirantes, una chef; un jefe indio; un trompetista talentoso pero inconstante; la dueña de un bar, etc… mucha fiesta y música perfumando el aire a pesar de la tristeza. (pueden escuchar Treme soundtrack, es fabuloso. Aquí el enlace) Una serie entrañable que ha sido poco valorada por el público estadounidense.

Show me a héroe

Esta miniserie de 6 capítulos estrenada en el 2015 transcurre en New York entre los años 1987 y 1993 y pone sobre el tapete el racismo manifiesto de la sociedad norteamericana. Un alcalde está obligado judicialmente a construir casas para los habitantes más pobres –la mayoría negros- en un barrio de clase media y esto traerá innumerables problemas y tensiones raciales. Muy interesante planteo.

The Deuce

El nacimiento de la industria pornográfica es el tema que aborda esta serie. (2017-2019; 25 capítulos) ambientada en New York a principios de los 70. The Deuce se llamó a la zona donde paraban las prostitutas y sus proxenetas, y el planteo aborda temas tan pesados como el SIDA en sus orígenes, la violencia que sufren las trabajadoras sexuales y  la corrupción policial y empresarial. James Franco se roba el protagonismo haciendo los papeles de dos hermanos gemelos que regentean un bar y Maggie Gyllenhaal está a la altura, dando vida a una prostituta que se sale del molde y deviene en directora de cine porno. Dura y tierna a la vez, The Deuce te gana el corazón.


The plot against América

La conjura contra América es una miniserie de 6 capítulos basada en el libro homónimo  de Philip Roth (publicado en 2004) y es la primera vez que Simon se mete a trabajar con una historia que no sea propia.
En The plot, Charles Lindbergh (un aviador y  héroe de guerra admirado por los  yanquis) gana las elecciones de 1940 derrotando a Franklin D. Roosevelt con un discurso antibelicista y estereotipado. Lindberg propone que el país se mantenga neutral en la segunda guerra pero detrás de eso se esconde una retórica nazi cercana a la de Hitler.
No es una serie histórica ya que se basa en lo que habría podido pasar y no pasó. Roth y Simon ponen sus miradas en una familia judía trabajadora  no religiosa de los EEUU, que es desplazada socialmente y discriminada por su condición. Como siempre, Simon baja la velocidad al mínimo y permite que los naipes se vayan jugando poco a poco, sin prisa y sin pausa, para redondear otra gran historia. Las estrellas de la serie –más que nada por sus trayectorias- son John Turturro y Winona Ryder.

Epilogo y data

Más allá de todos los méritos que podamos encontrar tanto en la fotografía como en la ambientación, o en la manera de llevar adelante el relato, las series de David Simon te dejan siempre con esa sensación de que nada es imposible, que la batalla no está perdida y que podemos aspirar a ser mejores en un mundo cada vez más desprovisto de sentido. Por eso brindo. Salud.

Todas las series antes mencionadas pueden verse en HBO; online  (Gnula es una buena opción) o descargar por el viejo Torrent.

martes, 19 de mayo de 2020

Diego Franco; músico de Concordia


“Con Charco trabajamos mucho lo sonoro”

por Javi Kolker

  Estamos en otoño, y la mañana soleada y calma se presta para que Diego Franco –músico de Charco- nos cuente con su tono pausado como transcurren estos días de cuarentena y como consiguieron que no decaigan los  ánimos, ni el ritmo de trabajo de la banda. “En casa tengo acondicionada una habitación que cumple el papel de sala de ensayo, de composición, creación y producción. En este tiempo no ensayamos por ninguna plataforma virtual, pero si nos pasamos arreglos y partes de 6 o 7 canciones nuevas que escribí: creamos un mecanismo de trabajo que nos funcionó bien. Y además grabamos un tema instrumental que se llama Polvadera y que anduvo dando vueltas por las redes”


De gurises

 “Mi primer contacto con la música se dio a través de mi viejo, que era músico y profesor de guitarra, y si bien no ejerció como docente, hizo los siete años de conservatorio. En casa siempre había instrumentos y yo lo miraba tocar a él y a los amigos cuando venían a comer un asado. Recuerdo que no teníamos equipo para pasar música: escuchábamos radio y los domingos eran de folklore y tango - sobre todo a la hora de cocinar- o a veces  programas de televisión de folklore, que eran muy comunes en el mediodía de los domingos. También se escuchaba folklore uruguayo: Viglietti; Larbanois- Carrero y Zitarroza, del que mi padre era fan número uno. Nosotros andábamos a la vuelta y ellos escuchaban eso, no te quedaba otra… (risas) Era música al fin y se lo disfrutaba igual”

-¿Cuáles fueron los músicos que te impactaron de niño?
  
DF- De chico el que más me llegó fue mi papá. Para mí era un grosso: cantante, guitarrista, compositor, un tipo que transmitía mucho cuando tocaba. Era mi ídolo. En esa época teníamos a mano solo la televisión y la radio y no había acceso a recitales.

-¿Y de adolescente?

DF-Ya de adolescente uno cambia sus paradigmas, su modo de ver las cosas y ahí empezaron a aparecer cuestiones lindas. Recién a los 12 o 13 años empecé a agarrar la guitarra, a la que antes no le prestaba atención a pesar de la insistencia de mi viejo, de que mi mamá me había querido comprar un teclado… pero yo no le encontraba la vuelta a la música  hasta que se me dio por la guitarra a mí solo. Ahí mi viejo empezó a pasarme los primeros acordes, y al tiempo nos juntamos con un amigo del barrio que también tenía una guitarra, un grabador y  cassettes: escuchábamos música de los 90, el auge del rock de esa época con Soda Stereo, Divididos, Las Pelotas, los Fabulosos, Los Piojos… nuestra etapa de rebeldía rockera. También me gustaba mucho León Gieco, su musicalidad, aunque no tanto sus letras.

Así que a la música que venía desde tu casa se sumó otra nueva…

DF- Sí. Pero además me empezaron a caer las fichas de ese bagaje que traía acumulado. Me acuerdo que durante cuatro años -desde mis 8 hasta los 12- tuve que acompañar a mis viejos a sus ensayos de coro, tres veces por semana. Me aprendía las voces  en esos ensayos que veía desde afuera, y había gente del coro que no podía hacerlo....y yo me preguntaba “¿cómo puede ser que no canten esto?”  Miraba lo que hacía el director en el piano, como armaba las voces….y aunque no entendía bien lo que pasaba creo que esas cosas te enseñan y quedan en algún lado.

-Y después seguiste metiéndote más en la música…

DF-Más adelante se hizo accesible  ir a ver bandas, había festivales en la vuelta y nosotros estábamos en una vorágine musical. En el 98 estaba terminando la secundaria y tenía toda esa información de música de coros, de la gente que venía a casa… nos metimos en una cuerda de candombe, de ahí pasamos a la murga, que marcó un camino muy fuerte en mi vida.

Murga, cuerpo y alma

-Y de pronto se armó una murga en la ciudad…

DF- Claro!!!  En el 2000 se armó la primera murga estilo uruguayo de Concordia, La del Andén, y yo estuve ahí… me metí a tocar, a cantar y eso fue una escuela para mí. Ahí nomás me puse a investigar a fondo esa formación de coro de murga, que no estaba tan lejos del coro que yo frecuentaba pero que era otra forma de cantar. Desde los 14 años había conocido los discos de Jaime Roos y eso  me abrió la cabeza a otros estilos, a descubrí r nuevos géneros y de a poco me puse a componer canciones, sin muchas herramientas.

¿Cómo siguió la historia?

DF-Después armamos un grupo llamado Contrabanda, un cuarteto de voces con una banda clásica de guitarras, bajo, teclados y batería, con un repertorio de folklore uruguayo (Jaime Roos; Pinocho Routin; Drexler). Laburamos muchísimo con eso.

¿Te gusta cumplir con el rol de tallerista de murga?

DF- Si. Unos años después me fui a estudiar a Concepción del Uruguay y seguí componiendo, tocando y dando  talleres para tratar de transmitir lo que había aprendido.
Me metí en el rol de docente, a trabajar con murgas de diferentes ciudades: de Rosario, de Concepción del Uruguay. Y al mismo tiempo estuve durante 10 años en la organización del Encuentro Internacional de murgas, que se hizo en Concordia hasta el 2009, y que me enseñó mucho,  tanto en capacitación - había cursos y talleres buenísimos, brindados por muchos grossos del ambiente de la murga- como en logística de organización de eventos.

Nota del redactor…. Hago un paréntesis para contar que Diego Franco es una pieza fundamental en el movimiento murguero uruguayense. A partir de un taller que él brindó en 2006 se armó la murga Puntuales pa´ la tardanza y luego (2010) Manso Guachazo, de la que este cronista es fundador junto a Nati Reynoso. Diego participó en Puntuales y más adelante trabajó –lo hace hasta el día de hoy- con los Guachazo: ayuda a resolver cuestiones musicales, viene a ser parte de la batería cuando se lo necesita, ha dado talleres y cientos de etc. Es un integrante más de la murga y un amigo entrañable para todos.

Músicas de hoy

-¿Qué artistas te movilizan hoy en día?

DF-De grande me siguen sorprendiendo muchos artistas: Cerati, Spinetta, tipos que fueron adelantados en muchos aspectos y que recién hoy estamos empezando a hacer una re escucha de discos que grabaron hace años. Hay un guitarrista, Titi Panizza, que no me canso de escuchar; el Negro Aguirre también; cantantes como Anabella Zoche;  Francesca Ancarola; Milena Salamanca; Pedro Aznar, voces que me conmueven. Y si hablamos de murga te tengo que decir Contrafarsa: ya tengo la entrada para el recital reunión el 27 de octubre en Montevideo. (risas)

-¿Cómo ves tu trayectoria en la música si miras hacia atrás?

DF-No sé si llamarlo trayectoria. Yo todavía disfruto mucho de aprender, de capacitarme, porque la música no tiene techo, no tiene fin. Para mí todo lo que viví es importante: el coro, mi viejo, el descubrimiento de la guitarra y la percusión, el candombe, la murga.

-Contame de Charco

DF-Charco es mi banda de hoy. Un proyecto que ya tiene dos o tres años, y que está a punto de editar su primer disco. Son canciones propias que mezclan aires rioplatenses, litoraleños y norteños con electrónica y world music.
Hoy día hacer un disco es todo un logro, un proyecto muy complejo de llevar adelante. Pero tenemos la energía puesta en eso y en volver a tocar cuando se pueda. Trabajamos mucho en lo sonoro, a veces es casi enfermizo (risas), pero se obtienen resultados y la gente lo ha recibido de una manera muy linda, lo que te da la pauta de que estás haciendo bien las cosas.


Charco está formado por Diego Franco (voz y guitarras) Rafa Capurro (charango, cuatro venezolano y ronroco y Ochi Castillo ( Drumpad; sintes , programación y percusión).


https://www.youtube.com/watch?v=O5p2LmAdxMI

https://www.youtube.com/watch?v=pwPL7VhuBFY

https://www.youtube.com/watch?v=7EJQgsSOixY

martes, 12 de mayo de 2020

Juan Manuel Barrios, cantautor sanducero


Música para almas sensibles

por Javi Kolker


Juan Manuel Barrios está cómodamente sentado en un sillón de tapizado gris, en medio de una sala llena de libros y discos, una mesa con letras de canciones en proceso y la guitarra muy cerca suyo. Es comprensible, puesto que el cantautor sanducero está a punto de grabar un nuevo EP.
 “Si bien con la pandemia está todo trancado, salió la idea de grabar y presentar 3 nuevas canciones, grabadas en mi casa solo con guitarra y voz. Es un formato muy reducido, minimalista y voy a ir sacando una canción por mes. Algunas canciones hablan de viajes, otras del río y del mar, que son más o menos las temáticas que vengo transitando últimamente. Ese es mi proyecto más próximo por el momento: la edición del EP Naturaleza.
-¿Hay un concepto en el EP?
JMB- Claro. El concepto del EP es poder transmitir cosas que nos pasan desde el living de nuestras casas, acompañar en estos tiempos. Y seguramente el año que viene a algunas de estas canciones se sumarán otras y se convertirá en un disco más convencional.


Infancia
“Recuerdo que cuando tenía 6 o 7 años canté una canción en vivo, en un estudio de radio en Paysandú (el programa se llamaba La nave de los niños y la canción El trencito del Oeste) con muchísima vergüenza. Ese fue  mi debut en un medio de comunicación”- rememora Juan Manuel-.
-¿Así que desde chico ya tenías ese contacto con la música.
JMB- Hace poco escuche a Martín Buscaglia que decía que para él las personas somos como teléfonos con aplicaciones preinstaladas, que ya tenemos cosas incorporadas desde que nacemos. En el caso nuestro esa aplicación era la comunicación. Desde niños con mis hermanos jugábamos a hacer películas, teníamos nuestra cámara, nuestro estudio de televisión, estudio de radio, hacíamos programas, transmitíamos partidos de futbol imaginarios, escribíamos obras de teatro, cantábamos… todo muy jugando, pero siempre estuvo presente en nuestra niñez. No era solo la idea de hacer música. Incluso llegué a hacer radio de grande, a escribir algunos cuentos… Sino hubiera sido músico igual hubiera tenido que ver con la comunicación seguramente.
-¿Se escuchaba música en tu casa?
JMB- Todo el tiempo y todo tipo de música. Mucho canto popular uruguayo, Zitarroza, Jaime Roos, El Sabalero, Santiago Chalar, Sampayo… también se escuchaba Jorge Lazaroff, Canciones para no dormir la siesta… siempre estaba sonando eso. Había una presencia muy fuerte de los cantautores españoles, tanto que hasta ahora conservo un disco de vinilo de Joan Manuel Serrat que era de papá: él era tan fanático de Serrat que dicen que de ahí proviene mi nombre. Tenía mucho peso la canción de autor para nosotros y escuchábamos además folklore argentino, aunque no tanto como el cancionero popular uruguayo. Uno incorporaba información sin darse cuenta y todavía al día de hoy noto esas influencias en mis canciones
-¿Qué músicos te impactaron de pequeño?
JMB- Desde muy chiquito tuve una relación muy cercana con el Sabalero (José Carbajal), era como parte de la familia, con toda su ternura y sus historias. Digo que era como parte de la familia aunque solo lo pude saludar y conversar brevemente en dos oportunidades… sonaba tanto en casa y mis amigos sabían lo mucho que me gustaba, que cuando falleció algunos me llamaron para saludarme, como si se me hubiera muerto un amigo o un familiar.
El Sabalero me marcó de niño y también de grande. Para mí fue un antes y un después el día que llegó a mis oídos el disco La casa encantada, que siempre lo recomiendo, porque son las canciones del Sabalero en un formato íntimo y además él va contando historias… una maravilla. Ahí descubrí lo que yo quería hacer: contar historias y lograr esa cercanía con la gente como lo lograba José.
-¿Y de grande?
JMB- Ya más grande llegaron Jorge Drexler, Fernando Cabrera, Ismael Serrano, Silvio Rodríguez, Pedro Guerra, algo de música brasilera, Paco de Lucía, las milongas de Zitarroza… en mi adolescencia lo consumía mucho. Era muy difícil escucharlos porque no había Internet. Entonces había que rastrear los discos, pedirlos a la radio, esperar a que lo pasaran y grabarlo, o ir a la única disquería que había en Paysandú y pedir que lo pasaran en el parlante para escucharlo en la vereda. Jaime Roos estaba muy presente y sigue estándolo. Son referentes y música que te acompaña toda la vida: Drexler más adelante lo fue también. Y después estaba el rock: Soda Stereo, Maná en un momento de la adolescencia.
 Tanta música escuchada que ahora de grande -como una vez lo oí decir a Cabrera- es cuestión de hacer mantenimiento e intentar conocer cosas nuevas: en los últimos tiempos estoy con El mato a un policía motorizado, Julián Venegas, Florencia Nuñez, Lisandro Aristimuño… me gustan muchos estilos musicales,  sin prejuicios, pero a su vez sigo escuchando a los de siempre
-¿Cuáles fueron las lecturas o los escritores que te influyeron?
JMB- Mi papá era muy lector y yo heredé su pasión por los libros, como así también por los viajes. En mis primeros años de liceal era habitué de la Biblioteca municipal de Paysandú - porque no tenía plata para comprar libros, que eran caros y algunos difíciles de conseguir- y leía psicología, filosofía, novelas. Recuerdo La tregua de Mario Benedetti como una de la primeras novelas leídas… mucho García Márquez , mucho Galeano, Saramago, que son referentes hasta ahora para releer, sacar apuntes, reflexionar.
Me gusta leer biografías de gente que admiro: Steve Jobs, Jaime Roos; Joaquín Sabina, Eduardo Mateo, Mandrake Wolf, Serrat… A veces mi pasión por los libros es más rápida que mi voluntad para leer, pero igual trato todos los días de leer un poquito.
¿Algún libro en particular que te haya deslumbrado?
JMB- Los libros que me marcaron en las diferentes etapas de mi vida fueron La tregua, Cien años de Soledad - la maravilla del realismo mágico-, los libros de Felisberto Hernandez, que es un escritor uruguayo - uno de mis favoritos-  que tiene una trayectoria muy corta pero una obra notable. Y un libro de cabecera para mi es El principito, que leo, recomiendo, se lo leo a mis sobrinos, porque me parece un manual indispensable para la vida. De lo último que leí me encantó la biografía de Jaime Roos (El montevideano) porque es una herramienta tremenda  con un montón de data, no solo de la historia de su música sino también de formas de trabajar. Se puede aprender mucho de ahí.


Cerca del río están las canciones

¿Cómo ves hoy tu trayectoria artística?
JMB-Estoy contento con el camino recorrido en la música, a nivel personal es satisfactorio. Hay una primera etapa a los 21 o 22 años en la que tocaba un repertorio basado en el canto popular uruguayo y ya más acá - desde el 2013- empecé a cantar mis propias canciones y eso terminó de cristalizarse en el 2015 con Bienvenida, mi primer disco.
¿Lo consideras un punto de partida o una meta al disco?
JMB- Considero que a partir de ahí se da el inicio real de mi trayecto en la música: defender mis canciones, mis proyectos, mi forma de ver el mundo. Desde entonces conocí muchos amigos y cómplices en lugares diferentes, tuve la suerte de tocar en lugares muy lejanos y lindos, no solo por su geografía sino por su gente… Creo que es mucho más de lo que hubiera imaginado cuando no tocaba y por eso soy un agradecido, aunque siempre  estoy en la búsqueda de avanzar un pasito más, siempre tratando de ser honesto conmigo mismo. Desde que decidí volver a tocar en 2013 me propuse que solo iba a tocar mis canciones, me fuera bien o mal, mi proyecto es ese: lo he podido mantener hasta ahora y eso me hace feliz.

Juan Manuel Barrios tiene 43 años. Vive en Paysandu y ha editado dos discos hasta el momento: Bienvenida (2015) y Pulso (2018). Ha compartido escenario con Ana Prada, Alejandro Balbis, Papina de Palma, Pablo Grinjot, Adrián Berra  entre otros
Sus discos se pueden encontrar en Spotify  y Youtube

https://www.youtube.com/watch?v=ZRLfb-zD2m8&t=151s

https://www.youtube.com/watch?v=Rbbs3XO7oSA&t=392s